A pesar de las predicciones tan pesimistas que algunos teóricos del arte nos dejan y el mal sabor de enfrentarnos a sus perspectivas, estos sacudones nos permiten preguntarnos como individuos cuál es la postura que estamos tomando a la realidad del mundo y como productores y consumidores de arte cuál es la postura que estamos tomando con respecto a la realidad del arte, cómo podemos modificar, subvertir, rescatar, existir en la historia con algo más que no sea simplemente el reciclaje. Y es ahí cuando pueden empezar a tener algún sentido las piezas del arte si queremos una transformación desde la raíz. No sólo el disfraz de la innovación.
El “juego del arte” del que habla Jean Baudrillard, en el cual no hay reglas escritas, menos en este tiempo, en que la estética en general es tan abierta y las categorías estéticas no logran abarcar todas los productos artísticos actuales, el productor debe saber inventar esas nuevas formas de entrar en ese juego del arte, formas que le den alguna dirección a este momento histórico en el que vivimos. Aunque seamos parte de una cultura del reciclaje, el arte no puede ser parte de lo mismo, tiene que ir más allá como siempre lo ha hecho.
Los aparatos legitimadores son para el arte un arma de doble filo, por un lado, permiten y provocan su difusión. Los museos, las bienales, las galerías de arte, los críticos, curadores, etc. soportan la plataforma sobre la cual los artistas se dan a conocer y obtienen premios, reconocimiento. Los aparatos legitimadores ayudan a que se teorice sobre el arte pero también ayuda a que se siga convirtiendo en una gran empresa generadora de dinero y gobernada por intereses que van más allá del arte, hacia sectores de poder. Ahí es cuando esos intereses recurren a la moda, al gusto, a cualquier artimaña para llevar una pieza o a un artista a la fama, o desvalorizar una pieza que no tenga que ver con los intereses de de esos sectores de poder.
Ha creado el artista con los aparatos legitimadores una especie de simbiosis que les permite existir a ambos. En muchos casos es positiva la relación y hay acuerdos, en muchos no, debido a que estos aparatos legitimadores sobrepasan al artista.
Las tres artistas Lorena Wolffer, Katia Tirado, y Teresa Margolles sobre quien he indagado nos presentan obras en bienales, en museos, galerías pero en muchos casos se escapan de estos lugares de exposición y se presentan en la calle, en una plaza, lugares que no están adecuados para exhibir obras de arte, lugares a los que la gente no va necesariamente a ver una obra de arte, la calle, la gente común, lo cotidiano.
También estas artistas en algunos casos ponen complicaciones a los coleccionistas y a los compradores de arte, nos presentan obras efímeras, performances que parecen dolorosos, instalaciones de burbujas y crematorios. A parte de efímeras, dónde está la belleza que concebíamos en los antiguos cánones de la estética. Estas piezas tienen valores estéticos diferentes. Son en su mayoría piezas que buscan la reflexión del espectador más que la mera contemplación.
Son piezas en las que se utilizan otras disciplinas y no sólo disciplinas que se cree tienen que ver con el arte como son pintura, escultura, teatro, etc. utilizan el diseño para los espectaculares, la medicina para procedimientos de sanación contra la violencia, conocimientos que no se aprenden en la escuela de arte como son la trepanación de los cuerpos o el diseño de joyas.
Mujeres que un tiempo de posmodernidad y globalización nos hablan de que sí es posible construir nuevos productos artísticos, porque hay mucho que decir y hay muchas posibilidades y formas de decir.
Sus productos son una muestra de lo que es el arte en la actualidad, un manojo de direcciones infinitas como es infinita la creatividad y la imaginación. Mientras siga existiendo la humanidad seguirá existiendo el arte, cambia el tiempo, los cánones estéticos, la misma estética, los aparatos legitimadores, los artistas, pero el arte continúa porque es algo tan necesario para la humanidad como respirar y es el crear, producir, manifestarse, eso es el arte. Más abierto que nunca.
fragmento de texto escrito por Andrea Z. Rojas. Guadalajara, 2009
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